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Comunidades, coronavirus y otros “bichos” que asustan

por Colectivo Adalquí | publicado en: Control Social y Derechos Humanos, Derecho Indígena y Pueblos Originarios, Salud, Protección y Seguridad Social | 0
20 Abr 2020

Presentamos aquí una serie de artículos e informaciones periodísticas que fueran publicadas durante la pasada semana, en las cuales representates de distintos pueblos originarios, narran y describen, cómo conciben, atraviesan y entienden la denominada “Pandemia de COVID-19”. Compilación realizada por el Colectivo Adalquí.

El Día del Indio Americano, las Profecías y las Pandemias

El 19 de abril de 1940, se instauró en Pazcuaro, Mexico, el Dia del Indio Americano. Fue durante la reunión de la OEA. Tambien se fundo el Instituto Indigenista Interamericano, INI, este Instituto dependiente de la OEA y con sede en Mexico y compuesto por los gobiernos e indigenistas, se debería encargar de cuidar y bregar por los pueblos Indígenas y sus culturas.

37 años después y recién en 1977, se llevó a cabo la Primera Conferencia sobre los Pueblos Indígenas en la ONU, Ginebra fue la sede y en esa conferencia, participamos con el hermano Juan Navarro, kolla, representando a la Asociación Indígena de la República Argentina, AIRA, que más tarde me costara el destierro y el deambular por el mundo.

Era la época de las dictaduras militares en la llamada Latinoamérica. En esa conferencia, los delegados indígenas hablamos del Ecocidio (La destrucción de la Madre Tierra) y la salud del planeta. Allí mismo en Ginebra se encuentra la Organización Mundial de la Salud, OMS también de la ONU, con quienes hablamos y nos dieron informes de la salud de los Pueblos Indígenas en Latinoamérica.

Como resultado de esa conferencia, se llevaron a cabo varias reuniones regionales, en 1980 El Tribunal Russell en Roterdam sobre las violaciones a los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas.

En 1990 se llevó a cabo el Primer Encuentro Continental de Pueblos Indígenas sobre los 500 años de Invasión europea a nuestra Abya Yala, organizado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE, la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC y el Centro de Información para los Pueblos Indígenas de Meso y Sud América, SAIIC en el cual trabajé.

En todas esas conferencias se hizo incapié sobre el daño que se le estaba haciendo a la Madre Tierra, pero los gobiernos y las multinacionales hicieron oídos sordos, y por el contrario, arreciaron agresivamente para quedarse con nuestros territorios y apoderarse de nuestra biodiversidad.

También en 1990 se llevó a cabo en las Naciones Unidas, New York, una conferencia organizada por la ONU con el fin declarar el año 1993, el Año Internacional de los Pueblos Indígenas. A nuestra propuesta de declarar el Año Internacional en 1992 que era cuando se cumplían los 500 años, fue rechazada aduciendo que podría haber muchos conflictos.

De todos modos la conferencia se hizo, y el principal orador entre cientos de representantes indígenas de todo el mundo, fue el Jefe Espiritual y Sabio Thomas Bagnaca. Thomas era del Pueblo Hopide sudoeste de los Estados Unidos.

Luego de guiar una ceremonia con todos los asistentes, habló por mas o menos una hora y media.

Habló de la vida de los Hopi y otros pueblos Indígenas y como habían vivido armoniosamente por miles de años.

También menciona que cuando el hombre blanco invade sus territorios, la vida comienza a cambiar y se crean muchos conflictos, de la degradación del medio ambiente, la salud, la vida misma y la relación entre la gente.

Dijo que al llegar el hombre blanco con esa mentalidad individualista. de apoderarse de los recursos para hacer dinero y empobrecer al resto, es un daño grande que se le está haciendo a la gente y a todas las vidas en el planeta.

Thomas también mencionó que el hombre blanco llegó con la cruz, y que la cruz misma le había declarado la guerra al círculo indígena donde gira todo el universo.

Nosotros vivimos en un círculo, donde todos estamos adentro, giramos en ese círculo y estamos siempre mirándonos de frente. La vida es eso, un círculo donde convivimos todas las vidas y estamos relacionados. Nuestro saludo esta dirigido a todos y no discriminamos a nadie.

En el dibujo que muestra Thomas, se puede ver la cruz y el círculo indígena.

Las palabras de Thomas, que fueron mucho mas mas, nos dejó con esperanzas y con el compromiso de que al volver a nuestros territorios estaríamos asumiendo nuestra responsabilidad de continuar la lucha por nuestros derechos ancestrales.

Luego de New York, hubo varias conferencias regionales indígenas donde se conformó CONIC, Coordinación de Organizaciones Indígenas del Continente que ha esta un poco inactiva en los últimos años.

Sin embargo los hermanos de Nahuacall, TONATIERRA en Nuevo Mexico y Mexico mismo mantienen viva la llama de esa unidad del cóndor del sur y el águila del norte de que las profecías cuentan que algún día se unirán para curar a la Madre Tierra de la enfermedad traída por el hombre blanco con su capitalismo depredador.

La falta de leña y comida asusta tanto como el coronavirus en las comunidades mapuches

El aprovisionamiento de esos elementos son las mayores preocupaciones ante la inminente llegada del frío, las lluvias y las nevadas que todos los años aíslan a los pueblos originarios ubicados en el cordón cordillerano.

El aprovisionamiento de alimentos y de leña, junto con la pandemia de coronavirus, son las mayores preocupaciones entre los y las integrantes de las comunidades mapuches de Neuquén ante la inminente llegada del frío, las lluvias y las nevadas que todos los años aíslan a los pueblos originarios ubicados en el cordón cordillerano.

Sucede que lo que puede ser una costumbre trivial en las ciudades, como comprar leña para el asado de los domingos, en algunas áreas rurales que habitan estos pueblos originarios tener madera para darse calor puede marcar el límite entre la vida y la muerte.

Fidel Kolipan, werken (vocero) de la zonal sur de la Confederación Mapuche de Neuquén, dijo a Télam que “la leña es un tema preocupante y lo he planteado a las autoridades para hacer una campaña ágil y llevarle leña a los abuelos sobre todo con esta realidad de la pandemia”.

“Algo para matar a los mayores sería dejarlos sin leña”, aseguró y agregó que “se vive en una zona de frío y ya lo han dicho desde el gobierno nacional y los científicos que lo peor se espera en invierno y por eso es muy preocupante”.

Kolipan señaló que “hay comunidades donde no hay gas y la única posibilidad es la leña para calefaccionarse y nos queda poco tiempo antes que se cierren los caminos”.

Hugo Lican, longko (jefe) de la Comunidad Ruka Choroy, explicó a Télam: “Nuestra comunidad está en el límite con el cordón de la cordillera neuquina. Nosotros aceptamos las normativas pero hay que tener en cuenta que son realidades muy distintas y a veces la normativa sale sin tener presente la realidad de nuestros pueblos”.

“Este es un sector de campo, se toman prevenciones básicas pero las tareas se deben continuar porque no se puede dejar la tarea rural”, dijo.

También aclaró que “todo se hace manteniendo el distanciamiento entre las personas, no tomar contacto y lavarse las manos, pero la persona que trabaja en el campo lo tiene que seguir haciendo porque vive de eso”.

“Las complicaciones en el aprovisionamiento de alimentos y de la leña nativa que utilizamos para calefacción en invierno, nos afectó mucho porque no pudimos gestionar nada en la primera parte de la cuarentena”, indicó Lican.

Afirmó que “sin leña quedamos totalmente desprotegidos porque esto está relacionado directamente con la salud; nosotros tenemos adultos mayores y en invierno tienen que estar abrigados y calefaccionados”.

Además, Lican explicó que “lo planteamos a las autoridades urgente porque no podíamos dejar de juntar leña y había que adaptar esas medidas y el clima nos juega en contra porque en pocos días más nos vamos a encontrar con la nieve, la lluvia y los camiones no van a poder entrar”.

Algo similar ocurre en la Comunidad Paicil Antreao, en cercanías de Villa La Angostura donde, según contó a Télam el werken (vocero) de la comunidad, Lorenzo Lonkon, “todavía no pudieron aprovisionarse con la leña suficiente y hemos pedido para las familias más necesitadas y cada uno se la rebusca como puede”.

Otra dificultad, en medio del aislamiento obligatorio, es la que alcanza a los chicos y chicas de las comunidades que no siempre disponen de medios tecnológicos que les permitan acceder a las clases virtuales que se dispusieron para no perder el vínculo con la escuela.

La utilización de la tecnología en materia educativa es muy relativa en las comunidades porque en las más alejadas de los centros urbanos no hay red eléctrica, y en consecuencia no funciona internet y menos puede pensarse en la existencia de computadoras.

Fidel Kolipan dijo que “las realidades son distintas a las que se viven en la urbanidad porque una parte puede acceder a la virtualidad pero otra no; no hay internet y hay chicos que están muy lejos y se les complica”.

Hugo Lican señaló que “puede haber una buena planificación y herramientas con lo virtual y tecnológico, pero en estos pueblos no es efectivo, porque por más buena voluntad que haya en un escritorio armando un formato de asistencia escolar, acá en el territorio no se puede aplicar”.

“Lo que se hace es que la dirección de las escuelas (dos primarias y una secundaria) con docentes en equipo trabajan con material impreso y lo llevan casa por casa porque es la única manera de asistirlos y contenerlos”.

También destacó que “junto con la tarea les llevan bolsones con alimentos porque las escuelas funcionan con comedor y como ahora no pueden asistir se los ayuda de esa forma”.

En el caso particular de la Comunidad Ruka Choroy y otras ubicadas en el cordón cordillerano, el ciclo lectivo se desarrolla entre los meses de septiembre y mayo por la rigurosidad del clima.

Lican manifestó que “hay que ver cómo se hace porque se corta el final del año y los egresados quedan sin terminar su formación; habrá que trabajarlo más adelante porque las familias no cuentan con Internet”.

Lorenzo Lonkon indicó que “una parte de la comunidad tiene electricidad porque fuimos nosotros mismos quienes la instalamos pero eso no llega a la totalidad y, por supuesto, no hay computadoras, ni internet. Tampoco la tarea escolar se puede hacer con un celular y la verdad nos falta mucha conectividad”.

Cómo viven la pandemia las comunidades indígenas en el NOA

El acceso al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y la imposibilidad de desplazarse, y por lo tanto de trabajar, está en el centro de las preocupaciones que tienen las comunidades indígenas del noroeste argentino (NOA) que cumplen con el aislamiento social, preventivo y obligatorio, en el contexto de la pandemia.

Afectados por las restricciones que aplican los Estados, en este caso las parcialidades guaraní, kolla y diaguita, también tienen en agenda cuestiones como el “sumak kawsay” o “buen vivir”, una filosofía de vida de los pueblos indígenas que plantea la necesidad de vivir en armonía y equilibrio con la naturaleza.

En algunas regiones del NOA, los problemas se agudizan: es el caso de los guaraníes, que viven en el ramal jujeño –en la zona este de la provincia– donde “ocupan zonas urbanas o periurbanas en situaciones de marginalidad terribles”, indicó Raquel Analía Tolaba del Consejo Nacional de la Mujer Indígena (Conami) en diálogo con Télam.

“El pueblo guaraní tiene una realidad diferente a la de los kollas de la quebrada y la puna, que tienen ganadería y agricultura. La mayoría trabaja en los tabacales por temporada y la cuarentena los perjudica porque, si no trabajan, no comen. A eso hay que sumar que muchísimos no tienen DNI porque nacieron en fincas o lotes y no están inscriptos así que no acceden al IFE”, agregó para graficar la “gravedad” de esa situación.

En el caso de los quilmes y amaichas, es decir diaguitas cuyas comunidades se extienden por los valles calchaquíes y tienen presencia en las provincias de Salta, Tucumán, Catamarca y hasta Santiago del Estero, resolver el acceso al IFE está al tope de las actividades que, aún en cuarentena, sus líderes motorizan.

Así lo remarcó el integrante del Consejo de Delegados de los Quilmes, Delfin Gerónimo: “Las comunidades en conjunto con nuestro equipo regional del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) estamos abocados a colaborar para que el IFE le llegue a la mayor cantidad posible de personas aunque el acceso a Internet y los requisitos sean una limitante para nuestros hermanos”.

Gerónimo también hizo hincapié en la cuestión económica: “No es fácil para quienes viven de su producción para sustentarse porque la prohibición de circulación impide la venta o trueque de los productos que justo para estas fechas están maduros”, y se refirió a los “ficticios limites interprovinciales” como “un problema”.

“Hay pueblos cuya vida transcurre sin tener en cuenta esos límites, por trámites, compras, gestiones en el banco o salud. Las provincias cierran sus fronteras sin previsiones para salvedades del caso”, añadió el técnico territorial del INAI al referir la intensa relación que existe entre las comunidades de Amaicha y Quilmes, ubicadas en Tucumán y Santa María, que está en Catamarca.

En otro plano, para los pueblos indígenas está la cuestión del “sumak kawsay” o “buen vivir” que es una filosofía de existencia que plantea el equilibrio con el entorno como forma de vida y que, ante la pandemia, se reinstala como debate necesario.

“Esta crisis mundial debe, de manera excluyente, llevarnos a pensar otros mundos posibles que restablezcan el equilibrio que enuncia el sumak kawsay. Una cuestión que desde los pueblos indígenas venimos planteando desde que emergimos en la escena global”, dijo a Télam Mario Quinteros, miembro de la comunidad indígena de amaicha, docente y “comunero activo” según él mismo se define.

Y agregó: “Debiéramos preguntamos ¿qué hacer ante la pandemia y luego de esta? Es necesario más que nunca el fortalecimiento de nuestras economías en los territorios y de la autonomía tan necesaria en esta crisis sistémica, que en la práctica cotidiana de la agricultura, la ganadería, la elaboración de textiles y gastronomía hogareña es un modo de resistencia en territorios indígenas de la alta montaña tucumana y en los valles”.

Para finalizar, subrayó la necesidad “imperiosa de que dirigentes originarios y dirigentas originarias asuman como mandato ancestral la construcción de otra normalidad, plural y diversa que convoque a las sociedades del mundo a recuperar el equilibrio perdido detrás de la homogeneización, el derroche y expropiación de energía que provoca el extractivismo”.

El Coronavirus es un vñfitun en lengua mapuche

La palabra vñfitun como verbo significa dañar, infectar, perjudicar; el sustantivo es vñfi y éste forma la palabra koronavñfi, ‘coronavirus’, un neologismo en mapuzugun para nombrar la pandemia.

Vñfitun o ünfitun (según alfabeto) se usa cuando hay una acción que daña al otro, ya sea su salud, su entorno, su siembra o los animales; puede ser un veneno que mata a la persona, o una plaga de pájaros que se come el sembrado, plaga de ratones. El concepto koronavñfi, nos permite reconocer que el coronovirus es un vñfitun, puede matar, dañar a las personas, a su medio, pone en riego de contagio a las personas que salen a diario a trabajar.

Desde la visión de enfermedad mapuche el koronavñfi es también un wigka kuxan, una enfermedad foránea, no nativa, eso no significa que los mapuches no sean afectados, es más, ya hay contagiados, hospitalizados, no se sabe cuántos, porque el dato no se entrega, pero si sabemos que en el Hospital de Temuco murió una lamgen valerosa de 70 años y que su marido estaba hospitalizado y grave (Interferencia.cl 06-04-20).

El fin semana participé de una conversación virtual con varias personas sobre el koronavñfi, muchos de ellos profesionales de la salud, algunos lamgen de Maquehue, Kompu (Chiloé), Roma, Barcelona, Argentina, Ecuador y México (Agradezco al Dr Ibacache de Chiloé por el Encuentro del fogón, 10-04-20).

En esta conversación concordamos que la crisis del koranavñfi no es sólo biológica sino sistémica, y para enfrentarla no solo necesitamos atacar el COVID 19, necesitamos más comunidad y paradigmas que posicionen el valor de lo humano por sobre lo económico, más valoración de la naturaleza en reciprocidad con lo humano, más derechos para las personas, sobre todo derecho al agua, a la salud pública.

Siendo así, la primera línea de lucha contra la pandemia no está en los hospitales, está antes de llegar al hospital en la comunidad, en la organización social, y en las familias, está en los saberes del pueblo respecto al cuidado y al aislamiento para evitar el contagio; en el conocimiento para sobrevivir la crisis y las pandemias, en el sembrado de la tierra, en las forma de intercambio de productos que abastecen a la familia, en la contención espiritual, porque los fallecidos al que nos exponen virtualmente no son simples muertos, son nuestros hermanos, padres, ancianos, muchos han dado significados a nuestras vidas. Particularmente, los ancianos en los pueblos originarios son altamente valorados por su sabiduría, ellos han heredado los conocimientos ancestrales y hoy sus vidas están en riesgo, requieren el máximo de cuidado.

Lamentablemente, hay gobiernos que han mirado la pandemia desde la economía y el valor del capital por sobre lo humano, Bolsonaro, Trump, entre otros; no han dado garantías para la subsistencia económica de la población y aceleran el proceso para que la gente salga a trabajar a fin de sostener la economía y la banca, industrias y corporaciones de empresas les presionan para que así sea; pero la respuesta que requiere la pandemia es humanidad y garantizar la vida de las personas por sobre todas las cosas; algunos presidentes así lo han manifestado, conocido es el caso de Argentina y El Salvador.

Por la forma en que evoluciona la pandemia vemos que el virus no discrimina por clase social ni económica, entre los contagiados hay príncipes, primer ministro; entre los muertos gerentes de bancos y otras personas muy ricas. Sin embargo, el virus es devastador cuando ataca a los más pobres y vulnerables, porque tienen menos acceso a una buena salud y viven hacinados.

En Estados Unidos un 34% de los 3.602 fallecidos hasta el día de ayer en Nueva York son latinos (El País, 10 de abril, 2020) y son los hermanos migrantes, muchos de ellos indocumentados que viven en condición de hacinamiento, son los que salieron a trabajar todos los días para mantener a sus familias, no hicieron cuarentena por no tener un empleo estable. En Chicago, el 5 de abril, cerca de la mitad de los casi 5.000 contagiados eran personas de origen afro. Habían muerto 1.824 afroamericanos, frente a 847 blancos, 478 hispanos y 126 personas de origen asiático. Es decir, representaban el 72% de las muertes; esto se debe a que los afro están en peores condiciones de salud que otros sectores de la población para hacer frente al contagio de la enfermedad, en ello coinciden las autoridades y expertos (bbc.com 08-04-20)

Entonces el COVID 19 ataca con más fuerza a la población en condiciones de pobreza, con dificultades económicas, marginalidad social, cultural, a los que no tienen acceso al sistema de salud o a una buena salud, que no tienen buenas condiciones de vivienda, de agua, alimentación, de trabajo. Y quienes viven en estas condiciones son los latinos pobres, los indígenas, los afrodescendientes, los sectores marginales, la gente de las poblaciones marginales, de los campamentos, de las favelas; los pobres y los ancianos tienen más riesgo de morir que un millonario. Esta realidad nos indica que hay que proteger a la población más vulnerable y los gobiernos no lo están haciendo.

En qué condiciones está el Wallmapu frente a la pandemia.

El aislamiento obligatorio ha sido una constante en la historia mapuche, el pueblo ha vivido en condiciones de marginalidad y aislamiento social. Sin embargo, ha existido inteligencia para salir adelante, valores comunitarios, memoria colectiva, conocimiento de la naturaleza y fortaleza espiritual, sabemos que no son suficientes, pero son los pilares en los que se ha sostenido la sociedad mapuche y que hoy son tan válidos como en la historia.

Las pandemias históricamente han llegado de afuera. En el caso del koronavñfi, la prensa identificó puntualmente tres contagios iniciales, uno fue a través de la Seremi de Salud, Katia Guzmán, hoy renunciada y sumariada; otro fue por un joven diagnosticado con el virus que igual viajó desde Santiago en avión; y la tercera, por el contagio de una auxiliar de aseo de una de las líneas de micro en la que viajan cientos de personas al día en Temuco (El desconcierto, 6/4/20).

Hoy el covid 19 está presente en todas las regiones que conforman el Wallmapu, del número de contagiados no sabemos cuántos de ellos son mapuche. En la Araucanía, según datos oficiales del Ministerio de Salud (13/04/20) tenemos 17 fallecidos, 795 casos confirmados, es la cifra más alta de muerte en el país detrás de la Región Metropolitana. En el Bío Bio hay 512 contagiados y 2 fallecidos. En los Ríos 138 contagiados y 3 fallecidos y en los Lagos 380 contagiados y 5 fallecidos.

Autoridades y algunos académicos han comentado que el alza de contagios en la Araucanía podría deberse al problema a la contaminación ambiental, por el humo derivado de la calefacción a leña; pero esto no está comprobado, aunque sabemos que la contaminación incide en las enfermedades broncopulmonares, lo cierto que aún no entramos al invierno y parece que la gravedad de la situación es más sistémica, vinculada a cuestiones de acceso económico.

La pobreza que afecta a los mapuche le pone en un peligro evidente. Como sabemos la Región de la Araucanía es la región más pobre de Chile. Según la Casen 2017, el 8,6% de las personas en Chile vive en situación de pobreza por ingreso y la región de La Araucanía dobla el promedio nacional con un índice del 17,2%.

Respecto a la pobreza multidimensional -que analiza la condición de vida de las personas en distintos factores-, el promedio país en dicho ítem es del 20,7%, mientras que el de La Araucanía asciende hasta el 28,5% confirmando la pobreza. Según el Censo 2017, la población de La Araucanía es de 957.224 habitantes, con una densidad de 30,06 personas por kilómetro cuadrado.

La Araucanía también lidera el índice de desconexión según cifras del Ministerio de Desarrollo Social de 2019, en ella 136 sectores de los 632 localidades distribuidas en 170 comunas del país no poseen acceso a internet, le sigue la Región de Los Lagos con 107 sectores desconectados; es obvio que esto repercutirá también en la educación escolar de los niños en época de pandemia si el gobierno insiste en virtualizar la educación.

El aislamiento del Wallmapu por las políticas de estado es conocido, los gobiernos sólo se han hecho presentes para profundizar o acercar el modelo neoliberal a las familias, han hecho caminos y electrificación de las comunidades, pero ello ha venido acompañado de la instalación de forestales, represas, adquisición de terrenos para el turismo; militarización del territorio y criminalización de las organizaciones por la protesta social.

Hoy la mayor parte del territorio de la Araucanía está afectada por la falta de agua, derivado de las sequías provocadas por las plantaciones de monocultivo de pino y eucaliptus y últimamente el remate de las aguas de los Ríos (Renaico y Queuco, por ejemplo).

Los municipios proveen de agua a las familias en camiones aljibes, situación que es una bomba de tiempo al tratarse de la pandemia. Evitar el virus requiere del lavado constante de manos, ropas, desinfección del espacio, y cómo lo haces si no tienes agua. A pesar de que el gobierno dice que viene preparando las condiciones para enfrentar la pandemia desde enero, no hay ningún plan de atención a los pueblos originarios contra el Covid 19. En la página del el MINSAL hay una hoja de instrucciones sobre el koronavñfi en mapuzugun; CONADI hoy publicó en las redes sociales una en Aymara y eso es todo. No se conocen acciones de los otros Ministerios.

Organizaciones mapuche han intentado poner cercos para impedir entrada de turistas a sus territorios para evitar contagios, ocurrió en Alto Bío Bío y Lonquimay, pero han sido reprimidas por la policía en el caso de Lonquimay. También han levantado petitorios de atención a la pandemia, entre ello se demanda el acceso al agua y como mínimo las comunidades y familias contar con mascarillas, alcohol gel, cloro, artículos de limpieza que hoy no hay en el mercado. También se demanda la condonación de sus deudas, hay familia endeudadas por créditos, por PIMES (Plataforma Política Mapuche).

La política pública del gobierno contra el korinavñfi se ha centrado en la enfermedad, en lo biológico y ha acordonado o estableciendo cuarentenas fundamentalmente en la ciudad, en el barrio alto de Santiago, en Temuco y Padre las Casas. Esto en sus inicios llevó a relacionar la pandemia con la ciudad, alejada de las comunidades rurales, sin embargo, el koronavñfi es un enfermedad peligrosa y ha traspasado las grandes ciudades, llegado a las comunidades rurales.

Es así como los mapuche han dispuesto de su capital cultural de conocimientos para prepararse contra lo peor que viene, porque lo peor está por venir lo dicen los kimce o sabios. Antes que el Covid 19 llegara, la crisis ya había sido leída a través de signos que muestra la naturaleza (no como la pandemia sino como dificultades para continuar la vida) entre ellos, floreció la kila, se secó el koliwe en la mata (arbustos nativos de Chile), hubo un eclipse y viene otro, cuando la naturaleza muestra estos signos hay que prepararse para lo peor, eso está en la memoria mapuche. En el plano espiritual los/las machi también han anunciado tiempos difíciles; es decir, todos estos recursos de conocimientos están activos y operando en la sociedad mapuche.

En esa dirección, hay gente que ya prepara la tierra para la siembra temprana, activando la memoria de la sobrevivencia, aunque es claro que no todos pueden hacerlo. Hay que decir que la economía mapuche de subsistencia en la comunidades permitió sostener las familias cuando todavía había agua, tierra y no había transgénicos, en ese sistema todos trabajan, todos cuidan, todos producen.

Activar la vida en comunidad desde los valores colectivos hoy es imprescindible, el trabajo colectivo, de la vuelta mano, el mingako, los recursos endógenos de conocimientos sobre la vida, la conservación de los alimentos, de la medicina natural, todo es necesario para la sobreviviencia. Resistir la pandemia requiere de un abordaje integral no sólo atender lo biológico, es ahí donde las comunidades pueden aportar para la vida.

Los wariace, mapuche de la ciudad, también nos brindamos compañía en forma espiritual y en otros contextos como el vitual. Distingo que la primera comunicación y oración por el bienestar en la crisis del COVID 19 lo hizo una machi de Malleko, y lo hizo por Facebook. Desde entonces hemos podido compartir vía on line conciertos de música, recitales poéticos, programas de radio en mapuzugun; además de las reuniones virtuales con amigos que dan contención al aislamiento, son personas que disponen de sus saberes y talentos para acompañar y seguir construyendo saberes y comunidad.

El ambiente global de la pandemia afecta a todos, la muerte se expone en la realidad y más fuerte en forma virtual, aunque nadie lo quiera, lentamente está ingresando a las comunidades indígenas. Nuestros pueblos son respetuosos de la vida y de la muerte, hay prácticas sociales destinadas para ellos y hoy no se pueden hacer para evitar el contagio del virus por contacto social, entre ellos el eluwvn, ceremonias de despedida y de entrega del ser querido a la otra vida, cuando alguien fallece.

Me peguntaban qué pasa cuando esta ceremonia no se hace. No lo sé, somos espirituales, no estamos solos en esta vida, pienso que los espíritus que nos acompañan nos indicarán cómo actuar y evitar que nuestros corazones se ahoguen el dolor; los espíritus de la tierra también son sabios y nos sabrán acompañar como siempre. Despedir a los que se van de este mundo es parte de la humanidad y el virus nos enfrenta a lo inhumano, es duro reconocerlo, pero así es. Los mapuche además agradecemos a los que parten por su estar con nosotros, les aconsejamos para que en la otra vida superen sus debilidades y le decimos que no vuelvan nunca más, porque cuando vuelven vienen a buscar a otros. También sabemos que quien no fue despedido no se va, su espíritu ronda y pena hasta cuando se les hace su ceremonia.

Como pueblo nos merecemos un trato digno y humano como todos los pueblos de mundo; sería importante que el gobierno conformara con los pueblos una mesa Covid 19 indígena, que ésta elabore un programa de mediano largo plazo para apoyar a las comunidades en la mitigación de la pandemia a nivel integral en los ámbitos productivo, económico, salud, educación, cultural; además, podamos contar con el registro de las personas de pueblos originarios enfermas, de los contagiados, los recuperados; eso ayudaría a los pueblos a tener mayor claridad sobre el futuro. El autoritarismo político, la soberbia epistémica del pensamiento occidental no son pertinente para salvarnos de la pandemia.

La pandemia recién empieza, lo más difícil esta por venir y para ello se requerirá contar con la comunidad, integrarla en la planeación de la política. Los pueblos con vida comunitaria tienen el colectivo como sostén, los indígenas llevan en sus mundos la espiritualidad de la naturaleza y la memoria histórica de sobrevivencia. Todo ello es necesario para responder a cuestiones de interdependencia de nuestras vidas, entre nosotros y con la naturaleza. Proveernos de alimentos, cuidado y protección de las familias.

No sabemos cómo será el futuro, pero la lucha mapuche por su sabiduría, lengua y territorio no está perdida, hoy más que nunca tienen valor y vigencia y nos ayudará a enfrentar el koronavnfi; ello forma parte de la autonomía, la soberanía de las comunidades y de sus organizaciones territoriales.

Fuentes: Confederación Mapuche de Neuquén / Indymedia / Télam / Elisa Loncon

Conocimiento ancestral, COVID-19, Pandemia, Pueblos Originarios, Salud Comunitaria

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